- Doble traición—por envidia Judá vendió a su hermano José (Gn 37:25-28); y luego, para cubrir su pecado, participó en engañar a su padre (Gn 37:31-34).
- Judá descendió a morar entre cananeos (Gn 38:1 RVA; “descendió” y “se apartó de sus hermanos”), aquellos que no conocieron a Jehová. Según la palabra en hebreo, se desvió hacia el adulamita Hira. Adullam fue una ciudad real cananea; Judá llegó allí no al azar, sino a propósito.
- Judá deseó una cananea, idólatra, y la tomó por esposa (Gn 38:2).
- Judá desechó aun más a Jehová, y a su familia, al tomar para su primer hijo una esposa cananea (Tamar, Gn 38:6). Jacob sabía que cuando su hermano Esaú (el tío de Judá) tomó mujeres idólatras, ellas fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca (Gn 26:34-35); es casi cierto que Judá había oído de aquella tristeza.
- Después de morir el primer esposo de Tamar, Judá y sus demás hijos decepcionaban a Tamar, dejándola pobre, y en aquella cultura sin posibilidades de formar una familia (Gn 38:7-14).
- En desesperación, y no conociendo a Jehová, Tamar puso una trampa engañosa ante Judá, y el cayó (Gn 38:12-23). La caída de Judá es peor cuando se da cuenta que Tamar se presentó ante Judá como una “ramera de culto pagano” (Gn 38:21, el significado en hebreo; ver JBS, NTV).
- Se descubrió el pecado de ambos cuando Tamar, ya encinta, mostró las prendas que Judá la había dado (Gn 38:24-26). La cuestión de Tamar, “¿de quién son estas cosas?” es en el hebreo muy similar a lo que Judá y sus hermanos dijeron a su padre Jacob—“¿reconoce ahora si es la túnica de tu hijo [José]?” (Gn 37:32-33)—quiere decir que Tamar dijo lo mismo a Judá que él había dicho a su padre. Jacob “reconoció” la túnica de su hijo José, y Judá “reconoció” las cosas suyas que había dejado con la “prostituta”.
- Judá declaró la verdad: se arrepintió de su pecado, perdonó a Tamar e hizo provisión para ella, porque en ella y sus hijos continuaba la heredad y la descendencia de Judá (Gn 38:26-30; 46:12; Nm 26:20; Rt 4:12; Mt 1:3; Lc 3:33)
- Luego, Judá demostró su cambio al salir fiador ante Jacob/Israel por la vida de Benjamín (Gn 43:8-9), y luego ante José ruega y ofrece su vida en rescate por Benjamín (Gn 44:14-34). Judá había dejado el egoísmo y los abusos del pasado.
- Antes de morir, Jacob concedió al renovado Judá el derecho de ser el líder para gobernar entre sus hermanos y los demás descendientes del patriarca (Gn 49:8-12).
- En fin, la dicha de Judá y de Tamar es que el Señor no tomaba en cuenta sus pecados, mas bien, les mostró gracia no merecida, y les incluyó en la genealogía del Mesías. Ellos recibieron la misma gracia que El extiende hoy a hombres y mujeres pecadores que abrazan el arrepentimiento y la nueva vida en Cristo.