Bosquejo del Sermón del monte

Muchos estudiosos y predicadores han creado bosquejos del Sermón del monte. Uno de los más precisos, basado en el texto griego y palabras griegas que marcan cambios literarios, fue compilado por el Dr. Carlos Quarles. El bosquejo que sigue fue adaptado de lo que él hizo:

  • La introducción (5:1-16).
  • Las bienaventuranzas comienzan y terminan con la frase “porque de ellos es el reino de los cielos” (5:3, 10).
  • La estructura de cada una de las ocho bienaventuranzas es similar (5:3-10).
  • El ministerio de los que procuran vivir acorde con las bienaventuranzas: sufrirán persecución, pero serán sal y luz (5:11-16).
  • La fe y la ética del reino; el comienzo y el fin de esta sección son marcados por la frase “la ley y los profetas” (5:17; 7:12); Jesús profundiza el significado de cada punto mencionado (5:17-7:12).
  • El reino es una progresión que tiene sus raíces en la ley y los profetas ((5:17-20).
  • El discípulo del reino y su relación con otras personas; seis reinterpretaciones que amplían conceptos éticos (“Oísteis que fue dicho . . . pero yo os digo”—5:21-48).
  • El reino y tres pilares del judaísmo; la limosna, la oración y el ayuno (6:1-18).
  • Contrastes cruciales para el discípulo: los valores, la tentación del dinero, el afán y la fe en Dios (6:19-34).
  • Las relaciones del discípulo con sus hermanos/hermanas, con los adversarios, y con el Padre (7:1-12).
  • La conclusión del sermón exige que uno tome una decisión firme (7:13-27).
  • Hay que escoger—será una decisión que afectará la dirección de toda la vida (7:13-14); Dos puertas, dos caminos—Jesús urge a los oyentes a tomar la puerta correcta.
  • Evita líderes falsos—discierne bien los resultados (7:15-20); Dos árboles, dos frutos.
  • Seremos juzgados según lo enseñado en este sermón (7:21-23); Dos confesiones, dos destinos.
  • Habrá una prueba final para todos los que oyen (7:24-27); Dos oyentes, dos casas.

Parece que en las secciones centrales del sermón el Señor ordenó sus palabras para comentar y corregir asuntos religiosos que los maestros judíos tenían escalonados según sus fuentes legales:

  • la Torá (los cinco libros de Moisés);
  • el Talmud (comentarios y discusiones de rabinos respetados sobre la Torá);
  • el Midrash (diferentes, y a veces contrarios, reglamentos y ejercicios para correctamente estudiar [exégesis] y comprender la Torá).

En el tiempo de Jesús, sólo la Torá estaba escrita. Los comentarios, las discusiones, los reglamentos, etc., tenían que aprenderse de memoria. Se decía que el discípulo de un rabino era “como una cisterna enyesada que nunca pierde ni una gota de la enseñanza del maestro”. En el tiempo de Jesús esos comentarios, discusiones y reglamentos fueron llamados “las tradiciones de los ancianos” (Mt 15:1-14, etc.). (El Talmud y el Midrash se escribieron cientos de años después del tiempo de Jesús.)

Visto desde los palacios de gobierno y de los altos jefes en Jerusalén, los seguidores del Maestro fueron considerados unos pobres, desdichados, infelices, iletrados, desafortunados, errados y equivocados sin futuro. ¡Pero aquí el Mesías declara que son dichosos, ricos, herederos de la tierra, saciados, y premiados! Aunque no se veía todavía, en sus rostros se reflejaría la gloria de los cielos. Se les acontecía a ellos, y a nosotros, la promesa de Pr 4:18: “La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud”. (NVI)

Jesús da vuelta a los valores humanos, y pone boca abajo a lo que estima el mundo.

No son los ricos, ni los que se ríen, ni los feroces, ni los que comen bien, ni los astutos, ni los belicosos, ni los preferidos de los gobernantes terrenales quienes serán los distinguidos en el reino de Cristo. Serán honrados en su reino discípulos que son humildes en espíritu, enlutados, sosegados, con hambre y sed de lo correcto, sinceros, hacedores de la paz, y hostigados. Ellos, habiendo soportado todo por causa de Cristo, esperan recibir de Él el socorro, con la recompensa espiritual y material.

Ocho veces Jesús presenta aquí la verdadera felicidad y honor—“Feliz! ¡Honrado!”—repetidas veces el Mesías lo anuncia. Lutero captó la esencia de este momento: “Con palabras finas, dulces y amigables Él comenzó su predica y sus enseñanzas. Al abrir su temática lo hace no como Moisés o un maestro de la ley, con mandamientos y amenazas, pero en la manera más amistosa, hablando de ideas atrayentes y preciosas promesas”.

Son ocho bienaventuranzas, un número significativo para judíos y cristianos. (a) Los niños fueron circuncidados el 8º día (Lv 12:2-3). (b) Una persona inmunda por haber tenido contacto con un leproso podía ser limpiado el 8º día (Lv 14:8-32). (c) Los cristianos celebran a Jesús y su resurrección el 8º día de la semana, conocido hoy como el primer día o sea el domingo, llamado “el día del Señor” (Mt 28:1-6; Mr 16:1-6; Lc 24:1-9, 13-14, 36-40; Jn 20:1-16; Hch 20:7-11; 1 Co 16:1-2; Ap 1:9-18).

“En estas bienaventuranzas existe la llamada a completar el carácter cristiano en todos sus aspectos, para que, como en el caso de un diamante pulido en cada lado, cualquier luz que caiga sobre el cristiano refleje el brillo de Cristo”. (Obispo Ricardo Trench)

A la vez, notamos la costumbre de Jesús (y de Mateo) de crear grupos de tres (tríades, trilogía) en este capítulo:

  • Repetición de la palabra “bienaventurados” (“makarios”) (3 X 3 = 9; Mt 5:3-11).
  • Seis contrastes entre lo que enseñaban los fariseos y lo que enseñaba Jesús (3 X 2 = 6; Mt 5:21-48).

Comentó el teólogo africano Rowland Onyenali, “La trilogía fue diseñada deliberadamente para transmitir su mensaje a través de la repetición, la aliteración y la rima, que son buenas herramientas pedagógicas. La audición y la comprensión se intensifican cuando las imágenes se acumulan unas sobre otras”.

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