Comentario sobre Mateo 1:18-25

En Mateo, el nacimiento de Jesús se relata desde la perspectiva de José, el padre legal del Niño, aunque no fue el padre natural del Santo Ser que nació. El relato en Lucas 1 y 2 se escribió desde la perspectiva de María (ver Lc 2:51).

Mateo 1:18

de Jesucristo el nacimiento—Es el orden de las palabras en el griego, demostrando que el Mesías es más importante que el modo de su venida al mundo. Como en todo el Nuevo Testamento, Jesucristo tiene mayor valor que los eventos y las personas que le rodean, y entre los de menor importancia están también los miembros de su familia.

el nacimiento (griego: génesis)—Inmediatamente estamos frente a una de las doctrinas más sublimes de la fe cristiana, que Jesús fue Dios-hombre, y hombre-Dios; que en él habitaba la plenitud de la deidad y la humildad de los seres humanos, sin disminuir las cualidades ni del uno ni del otro. El apóstol Pablo procuró definir esta realidad en Fil 2:5-11, entre otros pasajes; y en 1 Ti 3:16 declara que es un “misterio”, algo que el ser humano con sus propios sentidos caídos no podrá descubrir ni comprender.

En Mt 1:1 tenemos el “génesis” de Jesucristo según la genealogía humana, y nos lleva a ver que Él es humano; a partir de Mt 1:18 tenemos el “génesis” de Jesucristo según el aspecto divino, y demuestra que Él es Dios.

desposada—José y María ya habían celebrado la ceremonia religiosa y pública en la cual se comprometieron mutuamente, con vistas a unirse como esposos en cuanto la casa estuviera preparada (porque eran pobres, posiblemente era sólo un nuevo cuarto en la casa paterna de José). Durante ese intervalo se consideraban casados, y la sociedad los veía como esposo y esposa, pero sin tener relaciones íntimas. La desposada quedaría en la casa de su padre, bajo su responsabilidad (ver explicación en esta sección sobre el matrimonio judío). Cualquier desviación o acto sexual con otra persona se consideraba un adulterio, que a lo menos merecía el divorcio, o morir apedreada (Lv 20:10; Dt 22:23-24).

El matrimonio judío

Entre los judíos no había una sola palabra para el matrimonio, sino dos palabras que manifestaban el estado legal de la relación. Kiddushin era el compromiso: los dos tomaban votos públicos, y legalmente estaban ya casados, pero no vivían juntos por hasta un año, durante un tiempo de preparación de la vivienda, etc. Fue una ceremonia que, según las finanzas de la familia, podía ser grandiosa o sencilla. Sabemos que José y María eran muy pobres, porque ofrecieron para Jesús en el Templo el sacrificio mínimo (Lv 12:8; Lc 2:22-24).

La secuencia de eventos pudo haber sido la siguiente: (a) José y María, o sus padres, se hablaron y se pusieron de acuerdo para casarse. (b) José, posiblemente cuando tenía 18 años, habrá hablado con el padre de María, y le habrá dado una dote para compensar la pérdida de ganancia que la familia sufriría cuando María fuera a vivir con José. (c) El compromiso entre los novios se sellaba con palabras de compromiso pronunciadas ante testigos (“Delante de estos testigos, tú has prometido ser mi esposa de acuerdo con las leyes de Moisés y de Israel”), y con las arras de una cantidad de dinero que el hombre daba a la mujer. (d) Delante de los testigos José habrá dado a María un compromiso escrito entre los dos. (e) Un sacerdote o persona religiosa daría una bendición referida al matrimonio. (f) Los dos comprometidos compartían una copa de vino—y desde allí eran considerados casados, pero no vivían juntos todavía; la mujer regresaba a la casa de su padre. La única disolución de este compromiso era por un divorcio legal. Cualquier infidelidad sexual fue considerada un adulterio.

En kishah (adquirir, tomar; Dt 24:1a) el matrimonio era sellado públicamente cuando la vivienda estaba lista. La mujer se vestía lo mejor que podía en la casa de su padre, y con sus amigas esperaba la llegada del esposo. Él venía, acompañado de sus amigos, y si podía, con músicos. Había una breve ceremonia, una bendición y una copa de vino compartida entre los esposos; el padre entregaba la mujer al esposo. Entonces el novio daba a la novia un dinero (ketubah), y con una gozosa procesión el hombre conducía su esposa a la vivienda. Entre pobres la vivienda era un cuarto añadido a la casa paterna del esposo. Según los recursos financieros, había una cena de gala con los invitados en la nueva casa. Entre los judíos, y basándose en el matrimonio de Isaac con Rebeca (Gn 24), se consideraba que el estatus de la mujer se elevaba al casarse y trasladarse de la casa de su padre a la casa de su esposo.

María su madre—Según la carne, en el aspecto humano, María fue su madre, lo cual implica un enorme rango de posibilidades, pues raras veces tenemos a alguien tan cerca como la madre. Jesús vivía la realidad de esta relación humana (Jn 2:3-5, 12; 19:26-27, etc.). Sin embargo, en el texto que revela la creciente liberación de Jesús de sus lazos familiares (Lc 2:40-52), se vislumbra la preocupación de Jesús no por complacer a su madre, sino su pasión por agradar a su Padre celestial (Mt 12:46-50; Jn 5:17-30).

María

En el griego hay dos formas de este nombre: “Marias” (Mt 1:16, 18; 2:11), y “Miriam” (Mt 1:20; 13:55). La hermana de Moisés se llamaba María (Nm 26:59); algunas traducciones en español usan “María”, y otras usan “Miriam”. Jn 1:17 observa que la ley vino por medio de Moisés (que tenía a María por hermana); la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesús (que humanamente tenía a María por madre).

Las Escrituras nos hablan poco de María. Su padre pudo haber sido Elí (Lc 3:23), si de ellas es la genealogía en Lc 3. La Biblia en ningún lugar da el nombre de la madre de María, ni dice donde sus padres vivieron ni donde ella nació. Elisabet era una “parienta” de María (Lc 1:36), pero no sabemos si fue tía o prima. Elisabet fue de la tribu sacerdotal de Leví, pero su madre pudo haber sido de la tribu de Judá, pues era común que se casaran entre tribus, y la del padre predominaba en la descendencia legal. Las tradiciones que nombran personas y detalles de la vida de María son imaginaciones de seres humanos siglos después de los hechos bíblicos, y no tienen base en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, la primera mención de Anna/Hannah, la supuesta “madre de María”, fue en el Protoevangelium de Santiago (escrito cerca de 150 d.C.), lo cual fue rechazado por los padres eclesiásticos como Gerónimo, y los papas Damasus I, Inocente I y Gelasius I.

antes que se juntasen—“Juntarse” para los judíos significaba vivir en intimidad como esposo y esposa, es decir, con las relaciones sexuales normales de esposos. José sabía que él no había estado con María en relaciones íntimas. Por cierto, él se habrá preguntado con quién estuvo María.

se halló—Debe traducirse “descubrir, observar, o detectar”. Parece que María no habló a José de lo que acontecía. Sabemos por Lc 1:35-40 que después de que María aceptó lo dicho por el ángel Gabriel, ella fue “de prisa” a la casa de Zacarías y Elisabet. ¿Se despidió de José? Según este texto puede ser que María no le dijo ni una palabra de su situación. Ella misma estaba turbada, y no entendía lo que estaba pasando (Lc 1:29). Tomando en cuenta que María salió de Nazaret después del anuncio de Gabriel, le habrá tomado 8-10 días caminando a pie para llegar a la casa de Elisabet en la región montañosa de Judea (Lc 1:39). Luego, se quedó con Elisabet tres meses (Lc 1:56). El viaje de retorno a Nazaret demandaba otros 8-10 días de camino a pie. Entonces, María habrá estado en su cuarto mes de embarazo cuando llegó a casa. Para María le era imposible esconder de su familia y de José que estaba encinta. Las preguntas se habrán acumulado, una tras otra: “¿Qué has hecho, María?” “¿Por qué trajiste esta vergüenza sobre nuestra familia?” “¿Qué hará José?”

La Via Maris (Camino del mar), uno de los caminos internacionales más transitados del mundo—de Damasco y Babilonia hacia Egipto—pasaba a pocos kilómetros al sureste de Nazaret. Y unos 6 kilómetros al norte de Nazaret se construía Séforis, la capital de la provincia, con su guarnición de jóvenes soldados de Roma. En tales circunstancias, con tantos hombres violentos tan cerca, cualquier padre o esposo de Nazaret se preocuparía por su esposa e hijas.

del Espíritu Santo—En toda esta sección reluce la actividad de Dios. Aquí vemos el Espíritu Santo. En 1:20 notamos “el ángel del Señor”. En 1:22 Mateo dijo que todo lo acontecido cumplía “lo dicho por el Señor”. Y en 1:24 José hizo lo que “el ángel del Señor” le ordenó en sueños. Toda esta actividad—en el pasado por medio de los profetas, en el presente con la aparición del ángel a José, y en el futuro cuando José cambió su plan (y el resto de su vida)—cumplía perfectamente lo esperado por los judíos humildes que aguardaban al Mesías, pues esperaban que Dios se manifestara a favor de su pueblo.

La palabra traducida “del” tiene más fuerza en el griego: quiere decir “salir de” el Espíritu Santo. Declara que no fue ni actividad, ni fe, ni pureza, ni santidad de María que produjo el Niño en ella. Al contrario, fue totalmente la obra creadora del mismo Espíritu que sopló sobre las aguas en la creación del mundo. Para los judíos, el Espíritu, el “ruach” (viento, aliento) de Dios, (1) en la creación dio vida a lo que no tenía vida, sopló en ello el aliento de vida (Gen 1). (2) Comunica la verdad y el entendimiento espiritual a los humanos, como lo hizo para los profetas (1 S 10:5-13). (3) Y ejerce poder para dar nueva vida a lo muerto (Ez 37:1-14)—¡es bajo su bendición que predicamos el evangelio! Por este Espíritu, María estaba encinta, y es obvio que no fue por valor de ella, sino por el poder del magnífico y sobremanera grande Espíritu Santo que todo esto aconteció.

Los maestros de Israel esperaban la actividad del Espíritu Santo en los grandes eventos—consideraban que tales atenciones sucedían solamente entre los poderosos, los ricos o los muy sabios. Creían que los pobres seguirían en su monotonía, sin recibir la atención de Dios o de su Espíritu. ¡Cuán equivocados estaban!

Mateo 1:19

José su marido—Ya eran casados. La situación fue un enorme problema para María: ¿cómo iba a explicar a José lo que pasaba? Fue un enorme problema para José, pues sabía que el niño no era suyo.

justo—La palabra significa “recto, correcto, bien ordenado”. María había escogido un buen esposo, pobre pero digno, espiritual, uno que cumplía su palabra. Esta rectitud en José significaba que él nunca haría algo indiscreto o pecaminoso con María, y el pueblo que los rodeaba sabía que así era su carácter. Esta rectitud en José le ponía a él en crisis, porque si continuaba con María todo el mundo concluiría que en realidad José faltaba rectitud, que le faltaba control propio, y que había pecado con María. Su reputación quedaría por los suelos si permanecía con María.

no quería infamarla, dejarla secretamente—Después de descubrir el embarazo de María, José habrá pasado muchas horas, posiblemente días, horrorizado y afanado por qué hacer. Vacilaba entre varias opciones, entre ellas: (1) denunciarla y exigir el cumplimento de la ley al apedrearla (Dt 22:22-24). (2) Divorciarla públicamente, y demandar de ella y su familia ante las autoridades legales lo que él había gastado en dinero y trabajo para el matrimonio. Estas dos opciones serían infamarla; la reputación de José quedaría intacta, pero María y su familia quedarían muy mal en el pueblo de Nazaret. (3) Divorciarla en secreto. José tenía la opción de escribir un corto mensaje de divorcio y darlo a María en una reunión privada con sólo dos testigos, lo cual evitaría para María la vergüenza e ignominia de un divorcio público. El rabino Hillel estaba en aquel tiempo proponiendo este tipo de divorcio fácil (ver comentario sobre Mt 5:31-32). En la entrevista privada José tendría oportunidad para repudiarla por su pecado. (4) Continuar el matrimonio con María, aceptar al niño como suyo, perder su reputación, y aguantar los chismes y las acusaciones del pueblo, de ser un hombre que no podía controlarse, por el resto de su vida. Los judíos de Jerusalén en Jn 8:41 posiblemente estaban refiriéndose a los rumores bajos cuando “le dijeron [a Jesús]: Nosotros no somos nacidos de fornicación.”

La verdadera justicia siempre busca un equilibrio entre la severidad (“apedrearla”) y la gracia. Es difícil conseguir este equilibrio, porque uno es acusado a veces por los legalistas, y otras veces por los tolerantes. Al fin, José, siendo “justo”, decidió vivir en este equilibrio. “No quisiese”, indica que sin la pasión de la cólera, con su naturaleza equilibrada, y porque buscaba lo menos penoso para María, José resolvió tomar la opción fácil de un divorcio privado.

(Nota: Según Col 2:15, Jesús no tomó la ruta privada en la cruz a favor nuestro. Al contrario, decidió por el camino difícil cuando “exhibió públicamente” a los ritos de la ley que nos eran contrarios. Abiertamente y ante todos nos liberó de las demandas severas y pesadas de la ley.)

Mateo 1:20

pensando él en esto—En griego significa “reflexionar, volver y revolver a pensarlo”. Las tres decisiones más importantes de la vida son: (1) Decidir servir a Dios; (2) Decidir quién será su cónyuge; y (3) Decidir el trabajo. José era justo, había decidido por Dios. Y ya era un constructor en madera y piedra (Mt 13:55). José luchaba con la aparente infidelidad de su cónyuge.

¡he aquí!—Esta frase llama la atención, y grita, “¡Mira, presta atención!” Cuando la noche es muy oscura es cuando Dios ilumina la situación. José se desanimaba. Pero el ángel del Señor llegó con palabras de saludo, de consuelo, de orientación, y dirección divina. ¡Todos los creyentes perplejos y desorientados deben tomar ánimo de este relato bíblico!

ángel del Señor—Siempre que aparece un ángel, los seres humanos que lo ven se llenan de temor, y a veces terror. Son muchos los ejemplos de esto en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Cuando los humanos ven a un ángel, caen de rodillas, sin palabras en la boca, asombrados por el poder y la magnificencia del visitante celestial.

apareció en sueños—Los judíos estimaban a los buenos sueños como evidencias del favor de Dios para con ellos. Que José recibiera en un sueño el mensaje de Dios que debía continuar con María fue una doble bendición—¡buen sueño, y matrimonio con su amada!

José, hijo de David—¡Qué saludo del ángel! “José” era su nombre, un nombre común. “Hijo de David” es quien era, su condición, su título. José sabía que era “de la casa y familia de David” (Lc 2:4). Todo Israel anhelaba que viniese el Mesías, un Rey de la casa de David. Es posible que debido a su problema matrimonial, José, como pasa a veces con nosotros, había dejado de esperar el milagro del Salvador.

no temas—¿Qué temor amedrentaba a José? Pudo haber sido la posible pérdida de su reputación, o la aparente traición de María, o la inesperada serie de problemas de la situación. Vez tras vez en las Escrituras el Señor nos dice, “No temas”—y es porque somos tan vulnerables al temor, lo cual congela nuestra fe, dejándonos expuestos a no actuar en fe.

recibir a María tu mujer—En realidad, ya era su mujer, y él estaba perplejo en cuanto a cómo desecharla. Pero el Señor le cambió la mente, porque tenía planes más grandes, los cuales habían sido ocultos a José. “Recibir” en griego es una palabra muy rica: quiere decir “tomarla a tu lado, aceptar la responsabilidad por esta persona”, como algo sumamente precioso que merece un trato muy tierno. Es la misma palabra que Jesús usó en su promesa de tomarnos a su lado (Jn 14:3).

lo que en ella es engendrado—Reflexiona este versículo en todos los “engendrados” de Mt 1; es decir, tiene que ver con la descendencia. Por el lado humano, la descendencia es por María; pero a diferencia de todos los demás en Mt 1, este Ser también tiene otra descendencia.

del Espíritu es Santo (orden de las palabras en el griego). Hay dos maneras para entender esta frase: (1) el hijo por nacer es de (sale de) el Espíritu Santo; (2) el hijo por nacer es de (sale de) el Espíritu, y Él (es decir, Jesús) es Santo. Las dos traducciones son verdaderas. Jesús vino del Espíritu Santo, y Jesús es Santo. María era una virgen sin pecado sexual, sin violación, la limpia y joven madre de Jesús. En ella, tomando la forma de siervo (Fil 2:7), estaba el eterno Verbo, Aquel que la había creado (Jn 1:1-4).

En todo el milagro de engendrar en María al Señor Jesús, el Espíritu Santo resguardaba la santidad. Esta historia es tan bella, rebosa de respeto hacia ella y rechaza todo concepto sucio o mundano. Está en fuerte oposición y contraste total con los cuentos sensuales y groseros de dioses griegos y romanos que supuestamente tuvieron relaciones indecentes y forzadas con mujeres, y con hombres. Da a entender que el Niño por nacer es un ser santo, y que no será un humano común y corriente.

Mateo 1:21
dará a luz un hijo—En aquellos días no tenían medios para saber el género de un bebé antes de nacer, pero aquí el ángel dice que es varón. Según la ley el primer hijo (primogénito) pertenecía a Dios (Ex 22:29; 34:20). En sentido espiritual, Jesús es el Primer Hijo entre todos, y Él cumplió la redención nuestra ante Dios (Rom 8:29; Col 1:15; He 1:6).

llamarás su nombre Jesús—Tres veces en este párrafo se repite la frase que incluye las palabras o la idea de “llamar su nombre” (1:21, 23, 25). El número tres entre los judíos señalaba la grandeza, la plenitud de algo. ¡Su nombre es Jesús! Este nombre tiene poder, es el nombre por sobre todo nombre. Este nombre indica su carácter, su obra, su esencia, su misión. Es el nombre que nos salva y nos liberta, y nos da la victoria ahora y para siempre. Nunca nos avergoncemos de este nombre, pues en el nombre de Jesús se doblará toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra (Fil 2:10).

“Jesús”, que en hebreo es muy similar al nombre “Josué”, fue un nombre conocido entre los judíos (en el griego los dos nombres se escriben igual). Viene del nombre Oseas (Nm 13:16), que significa “Jehová es ayudador”, indicando que la liberación y la salvación vienen de Jehová. Nos recuerda a Josué, el ayudante de Moisés que, como gobernante del pueblo, introdujo a los israelitas en la Tierra Prometida (ver libro de Josué), y les dio descanso (Heb 4:8). También nos recuerda el nombre del sumo sacerdote en el tiempo de Zacarías, que sirvió a Dios en el Nuevo Templo (Zac 3 y 6). Josué el gobernante, y Josué el sumo sacerdote, son tipos proféticos de Jesús el soberano Rey y el excelente Sumo Sacerdote.

porque él salvará—El énfasis está en él. No será posible que cualquier sea el Salvador, ¡sino sólo este que es llamado Jesús! Como Jesús anunció en Jn 14:6, y Pedro recalcó en Hch 4:12, no hay otro nombre que concede la salvación. “Salvará” tiene que ver con la redención y la salud total de una persona.

Esta frase le puso a Jesús en conflicto inmediato con el rey de los dioses griegos—Zeus Soter (Zeus Salvador). Varios gobernantes de Asia se titulaban “Salvador”. Algunos césares romanos tomaban el título “Salvador”, y demandaban que sus súbditos les adorasen como dioses.

Durante este período Augusto César reinaba desde Roma sobre todo el mundo mediterráneo, incluyendo Judea. Uno de los títulos que él aceptó fue “Soter”, Salvador. También tuvo el título “Pontifex Máximus”, Sumo Sacerdote. Pero el título que más le gustaba, y que aparecía en todas las monedas que llevaban su imagen, fue “Divi Filius”, Hijo de Dios. ¡Este Niño de la Navidad fue un fuerte desafío y un reto enorme al mundo pagano y al gobierno romano!

a su pueblo—José lo habría entendido como salvar a la nación de Israel, o salvar al pueblo religioso de Israel (Sal 130:8). Para los judíos de aquel tiempo, el Mesías e Israel eran mezclados. El Mesías vendría de Israel y para Israel. Israel era para el Mesías y el Mesías era para Israel. Esperaban que el Mesías lograra una gloriosa restauración de Israel. Creían que el Hijo de David haría proezas para Israel como las del rey David, pero mucho más grandiosas.

Sin embargo, comenzando con la inclusión de personas gentiles en la genealogía de Jesús (Mt 1:3, 5), luego siguiendo con la adoración de los magos gentiles y la peregrinación en Egipto, Mateo estaba ampliando el concepto de “su pueblo” para incluir tanto judíos como gentiles que siguen al Mesías Jesús.

de sus pecados—De sus errores, sus ofensas y culpas. La palabra griega para pecado (“hamartia”) significa “errar al blanco”, lo que sucede cuando una flecha cae fuera del centro del blanco. El Espíritu Santo aquí introduce el concepto de fallar en cumplir los altos requisitos de la ley, y la culpa del pecado. Los judíos tuvieron un elevado concepto de la justicia de la ley de Dios, y los sacrificios del Antiguo Testamento mostraron lo serio de su sentido de culpa. Pablo manifestó que aun los que no tienen la ley de Dios fallan a sus propios ideales, y todos—judíos y gentiles—estamos condenados (Ro 3:9). Jesús explicó que no vino para anular la ley (Mt 5:17), sino para completar (llenar) la ley—por su excelente vida, y su muerte expiatoria en la cruz para cubrir nuestros delitos.

La salvación concedida por el Señor Jesús (1) nos salva “de” la culpa, del castigo, la mala conciencia, y del egoísmo del pecado. Y además, (2) nos salva “para” paz con Dios, libertad, reconciliación, gozo y un futuro lleno de posibilidades y promesas.

1:22
para que se cumpliese—“Cumpliese” significa llenar o dar cumplimiento a lo predicho por los profetas. Esto, según 1 P 1:10-13, es un gran estímulo para vivir como fieles seguidores de Cristo. Y 2 P 1:19 declara que es un aliento para nosotros cuando las tinieblas se hacen más densas. Las profecías cumplidas son una evidencia poderosa de que Dios existe, y que Él cumplirá sus promesas para con nosotros.

dicho por el Señor, por medio del profeta—Aunque las palabras fueron escritas por seres humanos (los profetas), fue Dios quien hablaba por medio de ellos. En este caso Isaías escribió un mensaje para su tiempo (700 años antes de Cristo), pero con un mayor mensaje profético que se realizaría siete siglos después. Pedro nos instruye como Dios lo hizo: los profetas hablaron y escribieron de cosas que ni ellos entendieron, pues la información fue reservada para tiempos después de ellos (1 P 1:10-12). Y Pedro agregó: “Nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P 1:21).

Mateo 1:23

la virgen concebirá y dará a luz un hijo—Esta profecía fue para el tiempo de Isaías, y para cientos de años después de Isaías.
En la primera circunstancia, Isaías dio al rey Acaz (Is 7:1-16) una señal de que Dios le libraría de los invasores de Siria y de Efraín. Antes de que una virgen (“almah” en hebreo) tuviera un hijo, y este comiera, Dios haría huir a los dos ejércitos enemigos. Esta profecía indicaba que la liberación de los enemigos acontecería en 2-3 años.
En el segundo y más importante cumplimiento de la profecía (Mt 1:23), una virgen concebiría y daría a luz un hijo. Mateo correctamente traduce la palabra hebrea “almah” por virgen (“parthenos” en griego). Martín Lutero escribió: “Si un judío o un cristiano puede probarme que en algún pasaje de la Escritura ʿalmah’ significa mujer casada, le daré 100 florines, aunque sólo Dios sabe de dónde podré sacarlos”. (¡100 monedas florines equivalía a dos años de salario para el ejecutivo de un banco!)

100 años antes de Mateo, eruditos judíos tradujeron el Antiguo Testamento del hebreo y arameo al griego (se llama “La Biblia de los 70”); el griego fue el idioma predominante en el mundo mediterráneo. Al traducir la palabra hebrea “almah”, los eruditos judíos escogieron la palabra griega “parthenos”, que claramente indica una virgen, una mujer que no ha tenido relaciones sexuales. Esta profecía indicaba un nacimiento milagroso, pues sería de una virgen, sin la participación de un hombre. Los textos bíblicos son claros en este sentido.

llamarás su nombre Emanuel—En el griego es “llamarán”, plural. Quiere decir que no sólo José, o María, lo llamaría Emanuel, sino muchos más también lo reconocerán como el que trae Dios a nosotros. Hay muchos nombres por el Mesías en el Antiguo Testamento—Renuevo, Nuestra Justicia, el Vástago, el Consolador, David, Silo, El que Viene en las nubes, etc.—pero uno de los más preciosos para nosotros es “Emanuel”: Dios con nosotros (Is 7:14): Dios en carne humana, Dios encarnado. En esta historia vemos la encarnación de Dios en Jesús. El nacimiento de Jesús viene acompañado del nombre y la promesa de que Él estará presente con su pueblo, sus seguidores. Mateo comienza con la promesa de que Dios estará con nosotros (1:23), y Mateo termina (28:20) con la promesa de Jesús que Él estará con nosotros hasta el fin, en todo lugar y en toda circunstancia.

Mateo 1:24

despertando José del sueño—No había sido una pesadilla, sino un sueño serio, con mucha instrucción que cambiaría el resto de su vida. ¿Qué haríamos nosotros después de semejante visita nocturna? Según el texto, José no vaciló. Se puso inmediatamente en movimiento, tomando los pasos que el ángel le había mandado.

recibió a su mujer—Se casó públicamente con María, aceptando legalmente al Niño como suyo, con todo lo que eso implicaba. La condujo desde la casa de su padre a su propia casa. Normalmente era una ocasión de fiesta, acompañado de amigos y amigas, músicos, y mucho regocijo. En este caso fue una caminata callada, sin festejos o bulla, debido a la situación de María que era conocida por todo el pueblo.

José, al recibir a María (“tomarla a su lado, aceptar la responsabilidad” en griego), aceptaba también los vituperios y asperezas denigrantes que escucharía por el resto de su vida—que él era el padre carnal de Jesús, que le faltaba control propio, que había estado con María antes de tiempo, que carecía de valor, y que había fallado moralmente (Mt 13:55; Lc 4:22; Jn 8:41). Era crucial que José aceptara legalmente al Niño como suyo. Si no, se le habría considerado a Jesús un niño ilegítimo y, según la ley, tal persona y sus descendientes hasta la 10ª generación no entrarían en la congregación ni en el Templo de Israel (Dt 23:2).

Al sacar a María de su casa paternal, donde ella seguramente sufría insultos y reproches, José estaba dando reposo y tranquilidad a la madre del Señor. Compartían el secreto acerca del Niño que nadie más en Nazaret creía o comprendía. Se consolarían con las profecías antiguas, las palabras angelicales, y las promesas acerca del Mesías que estaba por nacer.

Mateo 1:25

no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito—José respetaba la obra de Dios y cuidó a María con ternura. No tuvo relaciones íntimas con ella, hasta que dio a luz a su primer hijo. De esta manera la joven pareja resguardó la concepción virginal. Jesús fue hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, y de María. El griego explica claramente que el Niño fue «hijo de ella.» En ninguna manera fue hijo de José. Sin embargo, José lo adoptó legalmente y le dio legitimidad ante la gente.

Tenemos amigos que argumentan por la virginidad perpetua de María, pero en realidad la proponen sin base bíblica. Hay dos razones en este texto contra la supuesta virginidad perpetua de María: (1) “no la conoció hasta que parió”—da a entender que después de nacer Jesús, José y María vivían juntos con las relaciones íntimas que son normales en cualquier pareja. Fue un exagerado énfasis en la virginidad y el celibato, siglos después de esta historia, que originó la creencia en la perpetua virginidad de María. (2) “Su hijo primogénito”—indica claramente que Jesús fue el primer hijo de María, y da por entender que después José y María tuvieron hijos. Mateo da sus nombres en Mt 13:55-56, y afirma que el matrimonio también fue bendecido con hijas.

Lucas, siendo médico y muy conocedor del tema, en Lc 2:7 también dice que Jesús fue el “primogénito” de María; es decir, el primero de varios hijos. Ni Mateo ni Lucas escribieron “unigénito”, o sea, el único hijo. Mateo y Lucas están de acuerdo en lo que afirman: (1) María fue la madre humana de Jesús (sin la intervención de un hombre), confirmando la humanidad del Mesías; (2) José y María luego tuvieron hijos e hijas naturales.

Le puso su nombre Jesús—Nombrar al hijo era la responsabilidad del padre; así que José aceptó y desempeñó los oficios legales de un padre (ver Lc 1:59-63, donde Zacarías, enmudecido, escribió y confirmó el nombre de su hijo Juan).

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *