Comentario sobre Mateo 1:1-17

Mateo 1:1

Libro de la genealogía de Jesucristo—Era crucial para un judío conocer sus antepasados y trazar correctamente su linaje, incluyendo la tribu y los padres ilustres que le procedían.  Un sacerdote tenía que demostrar que era de la tribu de Leví; un rey tenía que ser de la tribu de Judá.  El historiador Josefo notó que consiguió sus listas genealógicas en los registros públicos. Las genealogías estaban resguardadas en el Templo de Jerusalén, y también en importantes sinagogas del exterior.

El largo de una genealogía señala la importancia de uno, y al comenzar su Evangelio con esta larga genealogía Mateo está demostrando que Jesús es una persona de mucha importancia. Además, el hecho de que Mateo la titulara “la genealogía de Jesucristo” indica que Mateo vio a Jesús como el más importante en la línea. La costumbre entre los judíos fue comenzar con el nombre más importante en la línea, que en este caso hubiera sido Abraham o David; por eso, era llamativo que Mateo nombrara primero a Jesucristo.

La genealogía (1) demostraba la pureza de descendencia, (2) señalaba la zona tribal de Palestina conforme a la distribución hecha bajo Josué, (3) indicaba donde uno tenía terrenos y derechos de propiedad, y (4) probaba la legitimidad de reyes y sacerdotes.

El linaje (indicado por los apellidos) sigue siendo determinante hoy según conceptos humanos en muchas culturas—determina niveles de privilegio, poder, posición social, aspectos legales, acceso a dinero o educación, clase de cónyuge, etc.  La Biblia fue escrita no sólo para un tiempo o la cultura judía, sino para “ellos” (los antepasados, o los de otras culturas) y “nosotros” (en nuestro tiempo moderno).  Cristo vino para quitar las barreras creadas por los humanos, y establecer una nueva orden donde todos son aceptos igualmente delante de Dios, y donde podemos servir sin importar divisiones carnales como linajes, familias, géneros, cultura, color, idioma, etc. (Gá 3:26-29).

Mateo, al escribir este Evangelio, comienza en lo que para un judío era el comienzo—¿de quién es hijo este rey?  Demostró claramente que Jesús tenía todo el derecho, según su linaje, para ser el Rey de Israel.

La palabra griega traducida “genealogía” viene de la misma palabra que es el nombre en griego del primer libro de la Biblia, “Génesis”.  En cierta manera, Mateo aquí dice que está presentando el “génesis” de Jesucristo.  El libro del Génesis declara la antigua creación del mundo físico, mientras Mateo declara la nueva creación del mundo espiritual en Jesús.

Mateo 1:1 

Jesús—El nombre dado a José para el Niño (ver Mt 1:21). En hebreo es el mismo nombre que llevaba el sucesor de Moisés, Josué, que introdujo al pueblo de Israel en la tierra de Canaán, y los dirigió en la conquista de la tierra. El escritor de Hebreos hace un juego de palabras en He 4 cuando usa un solo nombre para referir a dos diferentes personas, Josué y Jesús (vs 8 y 14; en el griego se escribe los dos nombres con la misma palabra).

Cristo—El título dado al Niño (la palabra original traducida al español es “el Ungido”; en griego es “el Cristo”, en hebreo es “el Mesías”).  Según el Antiguo Testamento, Leví y sus hijos fueron ungidos con aceite para ser aceptos como sacerdotes en el servicio a Jehová (Ex 28:41; 29:29; 30:30).  David fue ungido para ser rey sobre Israel (1 S 16:1-13).  He 1:9 afirma que en Jesús se cumplió la profecía de que Dios ungiría a su Mesías conforme al Salmo 45:6-7; y este cumplimiento fue demostrado públicamente en su bautismo cuando el Espíritu Santo descendió en forma visible sobre Jesús (Mt 3:16-17).

hijo de David—Es mencionado antes de Abraham para hacer relucir que esta genealogía es de un Rey que continúa la dinastía de David. Fue el rey más renombrado de Israel, el que adoraba a Dios como ningún otro rey judío, y el que recibió la promesa de que Dios levantaría a un hijo suyo para reinar eternamente (Salomón cumplió parte de la profecía, pero sólo Jesucristo la cumple por completo; ver 2 S 7:16; Sal 89:3-4).

El Antiguo Testamento termina con Moisés, el gran profeta que escribía, y Elías, el profeta de milagros (Mal 4:4-5).  La última frase del Antiguo Testamento es una amenaza de destrucción (Mal 4:6).  El Nuevo Testamento abre con la promesa dada a David acerca de un hijo suyo que reinará eternamente; comienza no con maldición, sino con la esperanza de un gran futuro con el Rey prometido.

Siete veces en Mateo aparece la frase “hijo de David”, refiriéndose a Jesús (la frase aparece sólo tres veces en Marcos, y tres en Lucas):  los dos ciegos en Galilea (Mt 9:27), la gente de Galilea al ver la sanidad del endemoniado (Mt 12:23), la mujer cananea (Mt 15:22), los dos ciegos de Jericó (Mt 20:30), la multitud durante la entrada triunfal (Mt 21:9), los niños en el Templo (Mt 21:15), y Jesús obligaba a los fariseos a reconocer que el Mesías es hijo de David (Mt 22:42).

hijo de Abraham—Abraham fue padre de los judíos, el que recibió la promesa, aquel con quien Jehová hizo el pacto referente al pueblo de Israel (Gn 13:14-17; 17:1-27).

hijo—En estos casos de David y Abraham, como en otros casos que siguen en esta genealogía, “hijo” no refiere siempre a un hijo inmediato; más bien puede referir a un “descendiente” del nombrado e ilustre padre.

Mateo 1:2

Abraham, Isaac, Jacob, Judá—Inmediatamente Mateo demuestra que su interés en esta genealogía es trazar la línea de la familia real.  Ni menciona a Leví, el padre de la tribu de los sacerdotes. Su énfasis es Judá, la tribu de los reyes de Israel.  La profecía de Jacob marcó a Judá como la tribu de los reyes de Israel (Gn 49:8-12), lo cual fue confirmado en el Apocalipsis (Ap 5:5).

Mateo 1:3

Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara—Esta triste historia en Génesis 38 es un relato de deseo y decepción entre los participantes.  Tamar, una mujer gentil, es frecuentemente señalada como la pecadora; pero en realidad fue Judá el agresor.  Al ser engañada, Tamar estaba buscando un porvenir seguro. Por la gracia de Dios, tanto Tamar como Judá son incluidos en la familia del Mesías.

Fares recibió su nombre a causa de sus aspiraciones, aun en el nacimiento, cuando triunfó sobre su hermano gemelo y ganó la primogenitura (Gn 38:27-30; Fares viene de la palabra hebrea “rotura, brecha”). Muchos en el linaje de Jesús eran personas fuertes, decididas, vencedoras.

La inclusión de mujeres (Tamar, Rahab, Ruth, la mujer de Urías, María) en una genealogía no era común entre los judíos.  La descendencia legal pasaba del padre al hijo, sin referencia a la madre.  La presencia de las mujeres en esta lista nos obliga a reconocer que el Espíritu Santo anunciaba algo especial por medio de Mateo: en el Mesías las mujeres tienen valor.  Estas inclusiones muestran la importancia de hombres y también mujeres, la recepción por gracia de extranjeras y pecadoras, la preocupación de Dios y del Mesías por los problemas y las situaciones de individuos.  Demuestra que Dios está dirigiendo todos los eventos de la gran historia (como, por ejemplo, el desarrollo histórico del linaje del Mesías), pero a la vez Dios está cuidando los detalles de las personas que actúan en y tienen relación con su plan.

Mateo 1:5

Salmón engendró de Rahab a Booz—Otra admirable inclusión en la genealogía mesiánica.  Rahab de Jericó, otra mujer gentil, había oído de las victorias de Israel, y profesó ante los espías que “Jehová su Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos 2:11).  Ella abandonó la idolatría pagana y se sometió a Jehová al exigir a los espías “que me juren por Jehová, que como he hecho misericordia con ustedes, así la harán ustedes con la casa de mi padre . . . y que salvarán nuestras vidas de la muerte” (Jos 2:12-13).  Ella, y su familia, fueron protegidos durante el saqueo de Jericó. Uno de los espías (Salmón) se casó con ella, y Rahab, a pesar de haber sido idólatra y prostituta, llegó a ser miembra de la nación de Israel y tatarabuela del rey David (ver Stg 2:25).

Booz engendró de Ruth a Obed—¡Que historia grande es esta!  La joven viuda moabita, gentil, que se pegó a su suegra israelita, obtuvo redención, esposo, hijo, aceptación en Israel, y fue la bisabuela del gran rey David.  Por ley, los moabitas no eran aceptos entre Israel hasta cumplir 10 generaciones (Dt 23:3-6).  Pero Ruth dejó sus dioses paganos, se cobijó bajo las alas de Jehová, y en gracia fue aceptada.

Mateo 1:6

el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías—Es una triste historia, con hechos indeciblemente incorrectos para un rey.  En su pasión carnal, David decepcionó y defraudó a los que le rodearon y a toda la nación. Sobre todo pecó descaradamente contra Dios.  En esta genealogía hay personas buenas y malas, pero cada una es dirigida por el Señor para su divino propósito. Los orientales de aquel tiempo escondían los pecados y errores de los reyes; pero en la Biblia se declara la verdad acerca de altos y bajos—y podían ser salvos sólo por la misericordia de Dios.

Sabemos de algunas referencias genealógicas en el Antiguo Testamento que había muchos otros hombres en este linaje. Por alguna razón Mateo no los incluyó (posiblemente porque su propósito fue que cada período sumara a 14 personas). Esta manera para abreviar una larga genealogía fue común en el Medio Oriente entre los judíos, y también entre otros pueblos.

Mateo 1:7

“Salomón engendró a Roboam”—Una de las esposas gentiles de Salomón, Naama, amonita, dio a luz a Roboam. Roboam causó la división del reino y encaminó a Judá, el reino del sur, hacia la apostasía, la idolatría y la inmoralidad (1 R 14:21-24).

Mateo 1:11-12—“Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel”. En Jer 22:24-30, el Señor maldijo al rey Jeconías (llamado Conías allí), que como representante de la rebelión y la riqueza egoísta de los reyes de Judá (ver Jer 22:1-10, 13-23), sería arrojado por el Señor al punto de que ninguno de su descendencia se sentaría en el trono de David (Jer 22:30). Tan furioso fue Dios con Jeconías que exclamó que aunque fuera su anillo de sellar en la mano derecha (lo cual fue de gran valor a los reyes, pues con ello sellaban toda la correspondencia real), sería arrancado. Sin embargo, aparece Jeconías, y los descendientes Salatiel y Zorobabel (Mt 1:11-12; Lc 3:27), en las genealogías de Jesús el Mesías, el sucesor real de David. ¿Cómo explicamos este dilema complejo?

Es una de las secciones más difíciles en la genealogía de Jesús. Refiere a un tiempo muy inestable en Judá, cuando reyes duraban a veces unos cuantos meses y fueron destituidos por gobernantes egipcios o babilónicos, o llevados en cautiverio a Egipto o a Babilonia. Tenemos muy pocos detalles de lo que transcurrió en el saqueo de Jerusalén y durante los años de destierro en un país lejano. Además, no tenemos ahora los “registros de genealogías” que fueron investigados en aquellos tiempos antiguos (ver Esd 2:1-63; 7:1-6; 8:1-14, etc.).

Es posible que en el cautiverio, puesto que al fin gozaba de provisiones del rey de Babilonia (2 R 25:27-30), Jeconías (también conocido como Joaquín) adoptó a Salatiel como hijo legal suyo, aunque este era un familiar descendido de Natán (hijo de David y Betsabé [Bet-súa]; 1 Cr 3:5; 14:4) y Neri (Lc 3:27).  Como una muestra de gracia divina, en Hag 2:23, Jehová, el Dios del pacto con su pueblo, declaró a Zorobabel, hijo de Salatiel, que “te pondré como anillo de sellar; porque Yo te escogí.” La maldición contra Jeconías fue levantada, y Zorobabel recibió la misericordia de Dios. Además, la maldición no tuvo ningún poder contra Jesús, porque Él nació físicamente de María, que era de la línea de Natán, otro hijo de David, y esa línea no fue maldita (Lc 3:23-38).

Hay en esta genealogía personas desconocidas en nuestro tiempo por falta de información sobre ellas.  La realidad es que la soberana voluntad y los designios de Dios estaban cumpliéndose en tiempos de guerra y paz, en plenitud y en escasez, con diferentes tipos de gobierno y política, por hombres y mujeres, personas reales y personas comunes.  Esto debe animarnos hoy—que en todo tiempo, cuando nos va bien y cuando nos va mal, ¡Dios está obrando, y Él ofrece salvación a todos!

El gran predicador Juan Crisóstomo (347-407 d.C.) dijo, “Dios nos enseña por medio de esta genealogía a no escondernos de los pecados de nuestros ancestros, sino a buscar una sola cosa: la virtud en nuestra propia vida.”

La genealogía de Mateo es considerada por muchos la de José como línea legal, mientras Lucas presenta la línea sanguínea de María. En todo caso, la línea sanguínea desde el rey David hasta María, recordada por Lucas, asegura que Jesús reunía todos los requisitos para sentarse en el trono de su padre David. ¡El nacimiento virginal de Jesús por María, sin la intervención física de José, es muy importante en esta historia!

Carecemos de información acerca de la mayoría de los nombrados desde Mt 1:13-16, como también falta información sobre muchos de Lc 3:24-31. Lo que sí podemos afirmar es que Dios estaba guardando en cada uno de estos personajes la simiente mesiánica hasta que Jesús naciera (Gá 3:15-4:5).

Mateo 1:16

José, marido de María, de la cual nació Jesús—Las palabras “de la cual” demuestran en forma obvia que Jesús era el hijo físico de María, pero no era el hijo físico de José.  Es una declaración abierta del nacimiento de Jesús de María, y no de José y María.  Jesús nació de ella, sin la intervención de José, como se explica ampliamente en Mt 1:18-25.  Lucas 1 y 2 da más detalles sobre el nacimiento de Jesús de una virgen.

Mt 1:16 manifiesta también de quien es esta genealogía—es el linaje legal de Jesús, trazado por medio de José.  Al recibir a María como su esposa (1:20, 24), estando ella encinta con el Niño, José también aceptó la responsabilidad legal de Jesús ante el público. Jesús recibió los derechos legales por medio de José.  La genealogía en Lucas 3:23-38 probablemente es de María. Lucas, siendo médico, describió el nacimiento desde la perspectiva física de María. Mateo, siendo levita, lo vio desde la perspectiva legal de José. De esta manera tanto la madre, como también el esposo de María y “padrastro” adoptivo y legal de Jesús, eran descendientes del rey David.

llamado el Cristo—La palabra griega por “llamado” en Mateo (“legomenos”) refiere a una persona que tiene características importantes—ver los casos de Simón llamado Pedro (Mt 4:18; 10:2), Mateo (Mt 9:9), Caifás (Mt 26:3), Barrabás (Mt 27:16), y tres veces de Cristo (Mt 1:16; 27:17, 22). Mateo estaba indicando que se debe prestar atención a esta persona porque juega un papel significante en la historia.

Mateo 1:17

catorce, catorce, catorce—Ha habido muchos intentos por descifrar lo que Mateo significaba con tres catorces.  Como dijimos, hay nombres que no fueron incluidos en esta genealogía.  Recordemos que, como lo hacemos también hoy, a veces referimos a un ilustre antecesor sin mencionar los otros que eran antes o después de el en la línea.

Entre los judíos los números son claves, e indican significados especiales.  2 muestra la doble importancia de algo.  3 es el número de plenitud (Dios creó muchas cosas en el tercer día de la creación).  7 significa completo o perfecto (2 + 2 + 3).  14 es el resultado de 2 + 2 + 3 x 2, y de esta manera 14 muestra una perfecta plenitud.

La explicación más razonable por los tres catorces tiene que ver con el valor numérico de las letras del alfabeto hebreo, porque empleaban letras en lugar de números.  Tomando esto en consideración, los consonantes para David (en hebreo no hay vocales) suman a 14.  D=4, V=6, D=4 (es escrito D-V-D en hebreo, usando solo los consonantes, sin vocales) por un total de 14.  Y tres veces significa “plenitud”.  Es como si se dijera con los tres catorces: “En el Hijo de David, el Mesías, tenemos uno que es mucho más grande que el Rey David.” En el Antiguo Testamento vemos repetidas veces la promesa de Dios a David, que “no faltará de ti varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel” (2 S 7:12, 16, 26-29; 1 R 2:4; 2 Cr 6:16-17).

Los tres catorces también marcan la historia de Israel: (1) del padre Abraham hasta el Rey David se ve el desarrollo de Israel; (2) de Salomón hasta la deportación a Babilonia se ve la disolución de Israel; (3) desde el exilio en Babilonia hasta el Mesías Libertador se ve la desesperación de Israel.  Es cierto que el Mesías vino en el tiempo apropiado (Gá 4:4).

Con este comienzo Mateo esboza la conexión y relación entre (1) Israel en el Antiguo Testamento, (2) la vida y ministerio de Jesús el Mesías, y (3) vislumbra la Iglesia (Mt 16:18; 18:17; y la misión hacia los gentiles en todo el mundo 28:18-20).


©2022, Guillermo Conard

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